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Aventuras en 4 patas

Cristian Ilincheta
26 nov 2014
2 Min. de lectura

Siempre he creído que es el perro quien elige a su dueño y no a la inversa como solemos pensar y, es por eso, que esta noticia me ha llamado la atención hoy.

Fue durante el Campeonato Mundial de Carreras de Aventura en Ecuador que tuvo lugar un suceso emocionante y digno de ser conocido por todos. El capitán del equipo sueco, Mikael Lindnord, y sus compañeros se encontraban descansando cuando un perro se les acercó. Viéndolo flaco y hambriento, compartieron su almuerzo (una albóndiga) con él sin imaginarse que eso sería el inicio de una hermosa relación.

Arthur (así nombraron al perro en honor al Rey Arturo ya que consideraron que se comportaba como un verdadero caballero cuando los demás perros que se les cruzaron le ladraban agresivamente) les siguió etapa tras etapa, kilómetro tras kilómetro, sin importarle caminar por el barro, nadar por el agua o compartir el alimento enlatado que los deportistas consumían.

Pese que en ciertas etapas se les advirtió que podía ser peligroso para la salud del animal y un contratiempo para ellos, el equipo ya se había ampliado. Arthur les acompañó hasta el final de la competencia por decisión propia y no hubo circunstacia que lograra hacer cambiar de opinión al animal.

El equipo logró terminar la competición en 12avo lugar y con la finalización del evento llegó el momento de que los participantes volvieran a su lugar de origen. Pero la realidad era que Arthur se había convertido en un miembro más y, por nada del mundo, le iban a dejar atrás. Así fue como el perro viajó a Suecia para seguir viviendo aventuras con su nueva familia siendo un ejemplo más de que la amistad entre perro y humano es un fenómeno increíble, difícil de describir con palabras.

Arthur acompañó al equipo sueco durante las últimas etapas de la competición.

Cuando llegó el momento de realizar la etapa por el río en kayak, el equipo intentó que Arthur no les siguiera arriesgando así su vida. Pero el perro ya había tomado su decisión y se lanzó al agua detrás de ellos. Momentos después ya estaba arriba de la embarcación con sus compañeros. Era, sin dudas, uno más.

Hubieron momentos en que el equipo tuvo que ayudar a Arthur a seguir adelante, pero hubieron otros en lo que él se mantuvo fiel a su lado dándoles energía y apoyándoles en su cometido.

Después de una visita al veterinario en Quito y de haber pasado la cuarentena exigida por el país donde viajaría, Arthur pudo pensar en su nuevo futuro con la tranquilidad de contar con su nueva familia para siempre.

Arthur llegando a Suecia, su nuevo hogar, acompañando a su nuevo amigo humano y listo para conocer a su nueva familia.

Estas líneas quiero dedicarselas al "Arthur" de cada uno. Al incondicional perro que se nos ha cruzado en el camino y que ha decidido caminar a nuestro lado para siempre.

Para que muchos perros salgan de las calles y logren tener el hogar que se merecen.